jueves, 26 de julio de 2012

Su escritura se ha basado en el alfabeto griego durante la mayor parte de su historia. Antes, se usaban los silabarios (caracteres que representan una sílaba) “Lineal B” y “chipriota”.
En el griego, se destacan las obras literarias, como la Iliada (λιάς) y la Odisea (δύσσεια), así como también grandes textos de filosofía occidental por parte de Aristóteles, entre otros más.

El inicio del griego se remonta desde el II milenio a.C. con la primera ola de hablantes del proto-helénico (“aqueos”) a las islas del Egeo. Éstos dieron lugar a la civilización micénica; pero en el siglo XI a.C. sufrieron la invasión de otro grupo griego y, de esa manera, surgen otros dialectos griegos. Estos dialectos basados en el fenicio, dieron origen al griego clásico, el de mayor importancia en la historia helénica, ya que con él se escribieron las grandes obras literarias, filosóficas y bíblicas. El griego clásico se convirtió en la “kiné glósa” (lengua común) del Imperio Bizantino.

Más adelante, la “kiné” se convirtió en el griego medieval (época medieval), en donde evolucionaba la fonética y la gramática. En 1453, aparece el griego moderno con la toma de Constantinopla por los otomanos.

En 1831, con el nacimiento del estado griego y el estándar actual basado en la lengua “demótica”, se oficializa al griego como lengua; sin embargo, cayó en un debate lingüístico en torno a su adopción popular (demótico) o arcaica (kiné), el cual se resolvió en 1976 a favor del primero.